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Sapos y ceniza

Nota de la Dirección

Berto Zárate

La Croqueta quiere pedir disculpas a sus lectores: Berto Zárate no acudirá este mes a su cita con Sapos y ceniza. Al menos, no lo hará de la manera convencional, es decir, con una de sus magistrales crónicas en primera persona sobre la Transición. Con el objeto de ser lo más transparentes posible en cuanto a lo ocurrido, relatamos los hechos que le han llevado a tomarse unas (esperemos) temporales vacaciones.

 

El día 23 de noviembre, nos llegaba esta carta al Buzón del lector en respuesta al último artículo de Zárate:

 

Dado que en el texto se amenazaba con tomar medidas legales, creímos oportuno hacer llegar Berto la carta antes de su publicación. No se trataba de exigirle responsabilidades o cuestionar su profesionalidad, sino de contrastar lo que se afirmaba en ella (sí, somos de esos periodistas) y darle opción a responder en el mismo número. Admiramos a Berto y jamás se nos ocurriría poner en duda su buen hacer sin mayores pruebas que un correo electrónico, pero este cumplía todos los requisitos para ser publicado en la sección correspondiente y en él se decían cosas que, cuando menos, requerían un desmentido o aclaración por su parte. Sin embargo, a veces hay malentendidos. Ésta fue su respuesta:

 

Querida Andrea, queridos todos:

 

Encuentro conmovedor este ejercicio de ética periodística. Imagino que en la redacción estaréis muy agitados por dos motivos: la gravedad de las acusaciones que se me imputan y el hecho no menos amenazador de que, a la hora aproximada en que esta carta será remitida, sólo vayan a faltar, calculo, unos minutos para la hora de comer.

 

Este nuevo periodismo que se gesta allá donde uno vive, cocina y caga, es decir, desde casa, tiene la ventaja del romanticismo y la desventaja de la ingenuidad, añadida al no menos aflictivo factor de la remuneración incógnita. Por eso resulta molesto que, a estas alturas de la vida, le vengan a uno pidiendo explicaciones ante el primer lunático que llama a la puerta gritando esa cosa tan franquista de “oiga, eche usted a este señor porque”. Entiende que la sorprendente blandura con que han sido recibidas estas quejas de vecina con rulos me hiera un poco por vuestra parte. No estoy para afrontar tribunales inquisitivos, cherie.

 

La anécdota me recuerda a aquella vez que pregunté a la entonces directora de los servicios informativos de TVE, María Antonia Iglesias, sobre la ausencia de la exclusiva que acababa de publicar mi periódico en su telediario. Compartíamos aperitivo en Riofrío.

 

—Mira, si El Mundo dice que Felipe González se ha comido un niño crudo —explicó agitando enérgicamente las manitas—, perfecto: que me traigan los huesitos y abro con la noticia.

 

Aquella venerable mujer tenía razón en lo que decía. Cierto es que a la semana siguiente los huesitos fueron publicados en portada y ella siguió sin meterlo en los informativos, pero ésa es otra historia, claro: noblesse oblige nada significa para los ministros de propaganda. La moraleja es la que apuntábamos antes, que uno no puede dar crédito así como así a cualquier histérico que aporrea la puerta. Hubiera sido un gesto por vuestra parte esperar a que el indignado lector aportara pruebas antes de pedirme a mí (insólito movimiento) que demostrara mi inocencia.

 

No pienso enfangarme ahora entrando a desmenuzar las fantasías de Francisco Hernández Juliano, que omite el apellido paterno en su misiva para estar más cerca de lo que más le gusta, se supone. La calidad opaca de su información me sorprende tan poco como la calidad literaria de su escritura, algo espesa. Él siempre fue muy bueno redactando cartas, informes, esas cosas que no requieren imaginación, y es una lástima que esta vez haya querido lucirse con florituras. El resultado no dista mucho de aquella novela que hasta su buen amigo García Posada tuvo que fingir haber terminado, en un gesto de piedad que me confesaría años más tarde, entre copas:

 

—A Julianito se le quiere igual que a una abuela chocha, aprovechas que no mira para pasarle la comida al perro por debajo de la mesa.

 

Vista la confianza que el Consejo Editorial parece haber depositado en las palabras de este Salieri mío, yo os animo a que escriba más, concretamente en el espacio que antes ocupaban las mías.

 

Sigue con salud, seguid con salud,

 

Berto

 

Esperamos haber satisfecho a ambas partes al publicar sus réplicas y contrarréplicas. Berto Zárate, en lo que a nosotros respecta, sigue siendo colaborador y pieza fundamental de la revista. Estamos convencidos de que el cuarto número de La Croqueta contará de nuevo con su pluma venenosa y didáctica. 

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