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Pinecoteca

Dos poemas de Óscar Pirot

Cristian Piné

Silabeo

 

 

Ga

Hechas de partículas ingrávidas

[como si la existencia no pesara entre sus plumas]

sobrevuelan el vidrio espumoso

 

vio

rozan apenas la superficie

para no levantar sospecha

bajo las jorobas marinas

 

tas

son flechas que no matan sino engullen

y en un abrir y cerrar de alas

raptan peces ofuscados

como monedas lanzadas al aire

que ya no caerán desde su altura.

Infancia con patos

 

 

*Cito: los patos trazan ondas que intervienen la caligrafía del río, se dijeran barquitos emplumados comiéndose el pan que les arrojo junto a mi padre desde una lancha en la que vamos como lámparas sin rumbo, se dijeran velas a flote en carne vítrea, se dijeran pliegues desde oscura transparencia, hálitos, presencias casi, ánimas dentro de la sangre, se dijeran visiones gemelas a su silencio. – fin de la cita.

De la serie Transgrafías hemos secuestrado a estos dos seres lingüísticamente salvajes, dos animales que cuesta domar, excepto cuando se someten a la sosegada voz de su creador. Óscar Pirot nos sorprende con nuevas formas de contar con estos poemas, pero si atendemos al título de sus libros publicados, Bestimenta y Luz Anfibia, parece empeñado en seguir engrosando su bestiario, en el que, curiosamente, adquieren gran fuerza los animales con alguna significación acuática. Por supuesto, como es el propósito de esta sección, reduciremos su universo poético a solo dos planetas, huérfanos de satélites, porque resulta tan engañoso como divertido.

 

Es inevitable, si uno ha escuchado en algún recital a Óscar Pirot, leer estos poemas con el sosiego religioso que imprime en su declamación. Ese tono de mantra, de candencia mística, sin duda nos hace paladear mejor el texto. La lentitud sienta bien a esta poesía, pues, de lo contrario, nos perderíamos y dejaríamos de disfrutar las numerosas capas que la estructuran.

 

De esta manera, cada sílaba de la palabra gaviota que vemos en el primer poema, adquiere importancia en el tiempo y en el espacio. Estas tres sílabas tienen su propia métrica, su propia estructura interna, su propia referencialidad y sus propias significaciones. El poema en sí se presenta como un silabario: ga, aleteo con el que despegamos y sobrevolamos el vidrio espumoso; vio, aleteo que nos mantiene a salvo del mar pero cerca de él; tas, aleto último antes de perdernos en el horizonte, suspendidos, con la certeza de que nunca volveremos a caer. Y por debajo, el mar se agita intensamente por la fuerza motora de las imágenes.

 

El segundo poema, Infancia con patos, juega con nosotros a varios niveles sin moverse de un escenario similar al anterior. En este caso, nos encontramos con una situación más calmada, mecidos por los suaves y armónicos movimientos de la caligrafía del río. Sin embargo, hay algo que inquieta. Desde la verosimilitud del acto de habla enunciado al principio (la voz poética cita y pone límite con una frase, digamos, rajoyesca) y de la escena idílica en la que, subido a una barca con su padre, da de comer a los patos, nos movemos hacia una quietud y un silencio perturbadores.

Este movimiento se consigue perfectamente dentro de los límites de la poesía en prosa por medio de la repetición de un elegante subjuntivo: se dijeran. Si antes el impulso lo daban los aleteos de las gaviotas, aquí las suaves ondas que van dejando atrás los patos son las que dan aliento al poeta para encadenar su visión del mundo en una gradación violentamente interrumpida.

 

En ambos poemas cautiva, sobre todo, la destreza con la que de unos pocos elementos lingüísticos se obtienen las metáforas. Óscar Pirot es un artesano que mima cada palabra para que nada quede fuera de lugar en la composición general y, aún lo abrupto, la interposición de diferentes niveles de lenguaje, se utiliza para dotar a su poesía de equilibrio.

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