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Pantalla Croquèt

It Follows: siguieron de dentro de

Anxo F. Couceiro

Hay. Algo. Ahí.

 

Tres palabras inofensivas por sí mismas que al juntarse en el orden adecuado resumen un ciento de memorables películas de terror. It Follows, el segundo ejercicio como director de David Robert Mitchell, recoge algunos temas de su ópera prima, The Myth of the American Sleepover (2010), para realizar otro acercamiento lateral a la adolescencia desde una perspectiva formalista puramente de género.

 

Los mimbres son muy sencillos. Hay algo ahí, se contagia por vía sexual y sólo quien está infectado puede ver sus hostigadoras (y mutantes) encarnaciones. Valiéndose de una puesta en escena meticulosa, la película crece cuando el encuadre insinúa, sin subrayados, la aparición del terror. Ya sólo la escena inicial es una declaración estética de intenciones, desde el turbador paneo hasta la revelación del cadáver. 

Como estamos últimamente tan patatín, patatán con los revivals ochenteros (la fiebre por King Fury es el último síntoma), parece legítimo, a priori, arquear una dubitativa ceja ante los ecos de sus referentes, su banda sonora repleta de sintetizadores o incluso su grafismo y trabajo de cartelería. Todo ello nos evoca a Cronenberg (el subtexto venéreo es claramente nuevacárnico) y Carpenter (ya Jamie Lee Curtis fue acosada por una amenaza tan parsimoniosa como letal). Sin embargo, la gélida mirada de Robert Mitchel encuentra el giro exacto para elevar su propuesta por encima del mero homenaje al entrelazar filosóficamente sus dos grandes referentes. Sabemos que La Amenaza, en el cine de John Carpenter, proviene siempre de fuera, mientras que en el caso de David Cronenberg, lo hace desde dentro. Pues bien, It Follows propone una ocurrente cópula entre estas dos ideas.

 

El Horror anida en el interior del personaje de Maika Monroe por culpa de una maldición contraída nada más y nada menos que mediante relaciones sexuales (un viejo cliché del género, el castigo Eros/Thanatos). Por su parte, la partitura de Richard Vreeland consigue imponerse con extraordinaria personalidad, alejada del artificio de obras nostálgicas recientes, como el score de la (por otra parte, notable) Cold in July (2014). Aquí sonido e imagen forman parte de un Todo poético; no se trata, ni mucho menos, de poner un hilo musical levemente alusivo a los padres fundadores.

Fácilmente interpretable como metáfora sexual, la atmósfera de It Follows abarca miedos mucho más universales que cualquier ETS. Al fin y al cabo, toda la adolescencia está llena de amenazas tan lentas como persistentes e ineludibles. Desde esos deberes que dejaste para más tarde y acabaron por devorarte hasta aquellos 50 euros extraídos del cajón que tarde o temprano (lo sabes) el abuelo echará en falta; por no hablar de la madurez, ese Terror Definitivo que siempre, siempre está al acecho. Estamos ante una película que materializa los temores íntimos de cualquier adolescente y los echa a andar (y matar) en un mundo de silencios, bromas estúpidas, amigos raros, presión social, polvos torpes y novios equivocados. Tal vez la página más contundente escrita en el género desde Déjame entrar (2008), otra aproximación lírico/terrorífica habitada, en aquella ocasión, por los monstruos de la niñez. 

¡Cu-cu!

Hola, soy tu menstruación.

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