Reseña
El género 'beat'
Comentario general sobre la antología 'Beat Attitude'
Cristian Piné
VV.AA.
Beat Attitude
(Antología de mujeres poetas de la generación beat)
Traducción y ed. de Annalisa Marí Pegrum
Madrid, Bartleby Editores
2015
208 pp.
Quizás no sería lo más apropiado para empezar una reseña decir algo tan personal como que nunca me ha gustado demasiado la poesía beat. Siempre he escapado de la poesía con estilo narrativo y que es hija de un tiempo determinado donde aparecen nombres propios de una generación bien acotada. Considero la escritura beat poco universal, y por lo tanto, incapaz de empatizar con el lector. O, si no es incapaz, le resulta muy difícil; es una poesía de circuito cerrado. Sin embargo, tengo que confesar que he disfrutado mucho de autores como Gregory Corso o de casi toda la obra de Ginsberg; y los demás miembros de la generación, esto es innegable, ocultan en sus poemarios alguna composición o versos concretos que destacan de manera muy positiva. Creo que esto último es lo que encontramos en el libro Beat Attitude.
Aunque decía que la generación beat parece bien acotada –se puede hablar de dos generaciones con algunas diferencias entre ellas–, faltaban por incorporarse muchos nombres de mujeres que estaban apartadas de las antologías por sistema. El libro trata de corregir tal carencia incluyendo y traduciendo a las autoras más importantes. Una labor que ya se había hecho en Estados Unidos, pero que en España todavía no era visible. Gracias a Annalisa Marí Pegrum, traductora, seleccionadora y prologuista del libro, podemos leer a estas poetas beat en su idioma original y en castellano. Detrás de este libro se deja notar un gran trabajo de investigación. De hecho, nos dice Annalisa que ha tenido contacto con algunas de las antologadas.
A pesar de que todas las poetas son reconocibles dentro de las características generales de su generación (el tema de las drogas y la enfermedad, el flujo libre de la escritura, la libertad formal...), el libro respira y te atrapa por las pequeñas diferencias que entre ellas existen. Pasar del misticismo de Leonore Kandel al sentido rítmico y el buen uso de la repetición de Anne Waldman o a la aparente espontaneidad de las composiciones de Ruth Weiss nos ayuda a mantenernos expectantes. Siempre estamos buscando un poema de cada autora que nos maraville, pero muchas veces esto no ocurre. Se puede encontrar una razón en la filosofía de la obra, que se explica en la nota inicial: “...he intentado seleccionar poemas que añadieran un punto de vista femenino sobre el momento que estaban viviendo”. Annalisa no nos da los mejores poemas, nos da los más representativos desde la perspectiva de lo femenino, algo que resulta muy útil, la verdad, para presentarnos a estas escritoras frente a la sección dominante de los hombres, para una investigación dentro de la teoría de género, pero no para una lectura casual que solo busca el placer de la misma. Supongo que la antóloga ha encontrado el equilibrio entre esta cualidad y la calidad, pero confirmarlo requeriría una revisión más compleja.
Algunos poemas nos evocan muy bien la sensación de libertad propia de la época. El mundo va pasando demasiado rápido, las fiestas se suceden, las autopistas, la música suena siempre de fondo sin que se pueda hacer una reflexión pausada sobre todo esto, sin ir más allá de la sensación. Para Diane di Prima hay “fantasmas hambrientos no pasa nada / no hay niños no pasa nada / calor no pasa nada / oscuridad no pasa nada”. Es precisamente el tema de los niños, o de los no niños, uno de los que más aparece en el libro. Un ejemplo desgarrador es el de Hettie Jones: “Cogiéndolo de noche en la cocina / los demás duermen / de la mano hasta hacerle tocar las llamas”. En palabras de Diane di Prima: “No puedo prometerte / que nunca pasarás hambre / o que no estarás triste / en este mundo / descuartizado / y reducido a cenizas”. También son importantes en la poética general del libro la imagen y la alucinación, ya sean producidas por las drogas o por la asimilación de las filosofías orientales que entonces llegaban con fuerza. “Canción para Ishtar”, de Denise Levertov, comienza con “La luna es una cerda y gruñe en mi garganta”. Leonora Kandel, más mística, reza lo siguiente: “Kali-Ma, sus huesos se llenan de luz; ayúdalos a volar”.
Por lo demás, la edición que nos deja Bartleby Editores es preciosa y difícilmente mejorable. La traducción no se excede en literalidad ni en libertad y mantiene de manera muy fiel las intenciones originales, y por si no lo creemos así, tenemos la versión en inglés a la izquierda del libro. Es tan buena la edición que incluso se perdona la pequeña errata que encontramos en el poema Pratitya Samutpada de Anne Wadlman, en el que se puede leer “she dreams of turns backpoemas inglés” a modo del típico “pie de foto aquí”, y, oigan, tampoco desentona demasiado dentro del estilo originalmente rítmico de esta autora.
En definitiva, recomiendo la lectura de este libro aunque tan sólo sea porque nos aporta una visión más amplia y más certera de la generación beat, porque tiene también un gran valor biográfico de esta generación, y porque, si somos capaces de universalizar los poemas, vamos a disfrutar de una actitud humana que nos desgarra y nos golpea.