top of page

Texto inédito

Cuarenta minutos tarde

Nunca había levantado la voz. Siempre establecido en el decálogo de lo correcto. Pulcro, adecuado, preciso, estéril de pasiones, siempre en su justa medida. Una vida sin tropiezos, cada cosa en el momento pactado, cada asignatura con la mayor puntuación. Un historial limpio de enfrentamientos, con relaciones de amistad duraderas y carrera universitaria con honores, un buen puesto de empleo, la camisa sin arrugas, las uñas recién cortadas. La corrección por encima de todo, ante cualquier circunstancia.

 

El cierre de la empresa, el paro, las eternas mañanas llenas de nada, el estreno de la duda, el efecto devastador de quien ha construído su historia sobre los logros y de repente la nada. Tomar conciencia. La escasez. La sequía. Esos eran los elementos que hasta ahora podían describir su vida. Una nada galopante enferma de indiferencia, de neutralidad ocre, de ceniza y nulidad.

 

Y sin embargo preso de la precisión. Enfermo del reloj, siempre puntual. Hasta aquella mañana, decidió llegar tarde, era la boda de su mejor amigo y decidió llegar cuarenta minutos tarde, quería experimentar el error, sentir el bochorno de las miradas cuando interrumpiese la ceremonia, pisar fuerte para que resonase su fallo en las paredes de la iglesia, llegar premeditadamente tarde, por primera vez tarde, ser él quien se expusiera al reproche del otro, salir de su zona de confort. Fallar como todo le estaba fallando, hacer justicia poética, devolver el golpe, atreverse. Y eso hizo, programó llegar cuarenta minutos tarde y sin adelantarse o retrasarse un solo minuto llegó exactamente cuarenta minutos tarde, conoció el rubor. Pero no pudo deshacerse de su puntualidad, de su motor cronológico, fue puntual en su retraso, medido, justo. De eso no pudo librarse jamás, había nacido con el corazón programado, sus venas se trenzaban entre agujas de un reloj, al parpadear marcaba un vals con su segundero interior, estaba preso de medida, de equidistancia, de orden. 

Andrea López

*Ilustración de Andrea López

bottom of page