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Crítica gastronómica

La croqueta del mes

Abuela Dolores

Restaurante Rodilla

C/ Ibiza, 41
28009, Madrid

 

 

Visitamos este mes un establecimiento de la cadena Rodilla. Rodilla es una casa famosa por sus sándwiches, que resultaban el no va más de la sofisticación bocadillil hasta que aparecieron las máquinas expendedoras de las estaciones y hospitales para ofrecer al pueblo llano un producto semejante a mitad de precio. Hubo un tiempo en que los emparedados en pan de molde resultaban elegantes en comparación con los tradicionales, posiblemente por no obligar al consumidor a abrir tanto la boca en público y no ser tan propensos a dejarle a uno la pechera llena de migas, en el peor de los casos impregnadas de salsa mayonesa. Además, eran más amigables con las frágiles dentaduras de la tercera edad y de los niños. Hoy, como decíamos, el consumo de este producto se ha generalizado y su oferta ya no es patrimonio de ningún establecimiento en particular: podemos encontrarlo, además de en las referidas máquinas, en cualquier tasca de medio pelo, de las que antes sólo ofrecían la variedad mixta de jamón y queso, previamente tostada en plancha. No obstante, millones de abuelas han comido sándwiches y bebido café en Rodilla desde que el tiempo es tiempo, y lo siguen haciendo aun hoy con encomiable fidelidad. Reconozco que yo no soy una excepción.

 

En cuanto a las croquetas del local (porque este y no otro es el motivo de nuestra visita), Rodilla abandera una oferta de cuatro al precio de un euro que nos hace ser tan optimistas en lo que se refiera a la vida en general como pesimistas en lo que atañe a la calidad del producto. Las croquetas de Rodilla son del tipo industrial, es decir, han salido congeladas de una bolsa y fueron elaboradas por un ente automático, en lugar de por las amantes manos de una cocinera veterana o las afanosas cucharillas de un candidato a estrella Michelín. Son bastante pequeñas, están correctamente fritas y nada sabemos decir de su masa salvo que en ella parece haber una cierta proporción de caldo. Los ejemplares objeto de estudio han sido servidos a temperatura ambiente, y la camarera afirma que hay fragmentos de pollo en su interior, para nosotros indetectables. Dentro de su categoría las hemos probado mucho peores, pero opinamos que quedan muy lejos de ser unas croquetas de verdad. Su imbatible precio nos hace sospechar que puedan provenir de una partida sacada clandestinamente de Chernobyl en los años ochenta, y sólo este, el precio, justifica la ampulosa etiqueta de TENTACIONES que Rodilla emplea para tratar de venderlas. La nota global, en fin, queda muy inflada por la óptima, cartesiana y biunívoca relación que apreciamos entre su calidad y lo que nos cobran por ellas.

 

Croquetas - Tentaciones
Restaurante Rodilla

1 €, 4 croquetas

 

Rebozado: 6

Interior: 3

Sabor: 3

Originalidad: 1

Respeto a la Tradición: 2

Relación calidad-precio: 10

Nota global: 4,1

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