Estilo de vida
Cómo estar siempre sexy para él
Dra. Carol de Imoy
Querida amiga, Estilo de vida también se ocupa de la mujer y en esta entrega te ofrece algunos consejos para potenciar tu atractivo natural y resultar deseable para los hombres. Cada persona (ni siquiera los machistas más recalcitrantes dudan a estas alturas de que nosotras seamos personas) es un mundo y el azar no nos concede a todos las mismas armas para participar en la guerra cotidiana, pero nadie pelea con las manos desnudas. Es cierto que jugamos con las cartas que nos han tocado, que casi siempre están viejas, sudadas y pegajosas y le quitan a una las ganas de envidar a la grande, cantar órdago y adornarse en el resto de lances propios de los entretenimientos de azar, pero somos luchadoras valientes y con sentido práctico y no vamos a romper la baraja, sino a tratar de sacarle partido a las bazas con las que contamos, mirando retadoras a nuestro enemigo, que en ocasiones no es otro que el espejo, y marcándonos todos los faroles que sean necesarios. Estamos dispuestas a convertirnos en las reinas del casino de la pasión y a hacer saltar la banca tantas veces como haga falta, y cuando el mafioso que lo dirige mande a sus matones para prohibirnos la entrada, nos iremos con la cabeza bien alta y sonrisa triunfadora al casino de enfrente. Porque somos conscientes de que en el amor y la guerra vale absolutamente todo, por más que las desfasadas directivas de la ONU se empeñen en sostener otra cosa, y la palabra “todo” es demasiado fácil como para que nosotras no conozcamos su significado.
Trataremos de ser analíticas y de despojar al hecho amoroso de su carga afectiva. Sé que esto es difícil, es más, sé que es una proposición contradictoria, ya que el amor sin emotividad deja de ser amor, pero estamos teorizando, preparándonos con fuego simulado para la batalla. Aunque en la práctica las rodillas nos tiemblen como flanes cuando Cupido (o su primo golfo Eros) hace acto de presencia, podemos planificar la jugada antes de que eso ocurra, desde la comodidad de nuestros cuarteles de invierno, mientras nos reímos de los rigores de la estación y –para demostrarlo– abrimos una tarrina grande de helado de dos sabores. Nos tomaremos la seducción como un juego de estrategia militar, ajedrecística, o, mejor aún, consideraremos el problema en términos económicos y veremos nuestro cuerpo como una mercancía a la que deseamos sacar el máximo rendimiento. Esto ya no es una batalla a campo descubierto, de esas tan románticas que se libraban en el pasado entre dos bandos de uniforme abotonado que avanzaban en impecable formación, sino algo mucho más despiadado y sutil: marketing. La ciencia que define la posmodernidad (o como quiera que los hombres llamen ahora a la época en la que vivimos), y que posibilita el avance social y condiciona las relaciones entre individuos y entre estamentos. La disciplina de disciplinas, que las engloba a todas: la estadística, la psicología, las ciencias sociales. Aquí va una breve serie de consejos para que te muevas con paso entaconado pero seguro en el pantano del capitalismo emocional. De mujer a mujer, de amiga a amiga, de jedi veterana de los corazones a inexperta padawan aún deslumbrada por el brillo de neón de las espadas láser.
1) Selecciona tu público. Es la primera norma de cualquier campaña de mercadotecnia. Lo bueno es que, en este tipo de negocio, todos los estudios ya están hechos y las conclusiones se encuentran a disposición de quien las necesite. El dato de que los hombres de beber generoso son más receptivos a los encantos femeninos ha sido testado mil veces, es incontrovertible y resulta esencial para entender cómo funciona el corazón masculino. Este apunte puede parecerte deprimente y llevarte a arrugar la nariz, pero recuerda: tienes que ser analítica, estamos hablando de economía y debemos considerar todas las variables de manera matemática, lógica y, por qué no, ética, dejando al margen las ideas prejuiciosas. Estarás de acuerdo conmigo en que un target tambaleante y de mirada vidriosa es mejor que ningún target, pero quiero convencerte de que el borracho promedio, precisamente por serlo, también es preferible a muchos otros objetivos aparentemente más dignos. Estoy segura de que, a medida que vayas adquiriendo experiencia, irás aprendiendo a apreciar las potencialidades ocultas de un dipsómano, habitual o de fin de semana, que a mí me parecen variadas y gratificadoras. Cuando el resto de los hombres retroceden, el que ha bebido da un paso adelante, tal vez acompañado de un par de desplazamientos laterales que le permitan mantener el equilibrio. Un borracho no siempre cumple, pero por lo general tiene la voluntad de cumplir, y eso ya es un alimento para el alma de la cortejada: el amor es una cuestión que atañe tanto al cuerpo como al espíritu, y el vino convierte al ser humano en un ser espiritual. No digamos ya los licores de mayor graduación o determinadas drogas recreativas.
2) Si el alcohol o sus efectos sobre los demás te resultan insoportables, también puedes probar suerte con los postadolescentes (si bien estos suelen haber bebido) y los marroquíes (que lo tienen prohibido por toda clase de aterradoras leyes religiosas): las hormonas que la Naturaleza hace correr por el torrente sanguíneo de los miembros de ambos colectivos, en cantidad netamente superior a la de glóbulos rojos, están de tu lado y harán por ti la parte más difícil del trabajo: la de romper el hielo y encarrilar la conversación hacia el campo que nos interesa. Otras opciones clásicas han perdido vigor en los tiempos que corren, que lo van cambiando todo a medida que ellos cambian y nos obligan a actualizarnos constantemente si no queremos quedarnos out. Los albañiles, por ejemplo, han sido tradicionalmente un gremio propicio a ser usado para subir la autoestima –como nos cuentan nuestras madres y amigas de cierta edad mientras nosotras les contamos a ellas cualquier otra cosa–, aunque siempre han tenido fama de perder la fuerza por la boca (y por efecto del trabajo físico de sol a sol). Por desgracia, hoy en la obra hay sobre todo sudamericanos, y la proverbial cortesía de estos los hace abstenerse de gritar sus sentimientos a la mujer que pasa. En el andamio contemporáneo, se ha perdido en espontaneidad lo que se ha ganado en retórica.
3) Ante todo, tiremos por el desagüe un mito. El secreto del éxito amoroso no está en lucir el mejor cuerpo, ni tiene nada que ver con feromonas, cartas astrales, perfumes tentadores o química cerebral. El secreto está en aparentar disponibilidad, y una manera estupenda de conseguirlo es a través del vestuario. Elígelo cuidadosamente y, ante la duda, quédate siempre con la opción más escueta, y por tanto insinuante. De acuerdo, es posible que unas mallas ceñidas, un minishort, unas pestañas postizas y un escote levantado con wonderbra no te favorezcan demasiado, pero ES LO DE MENOS. Esa ropa dice ESTOY DISPONIBLE. Los hombres se te van a acercar exactamente con las mismas galanterías que utilizarían si se hubieran enamorado del brillo limpio de tus ojos azules, pero con mucha más decisión y confianza en sí mismos. Y la autoconfianza es una de las virtudes que nosotras valoramos más en ellos. Fomentémosla.
4) ACTITUD. La palabra es ACTITUD. Míralos a los ojos y humedécete los labios. Sonríe. La sonrisa es un recurso inmemorial de la especie, una señal de “adelante” que apela directamente al inconsciente del receptor. Píntate la boca de un rojo llamativo y deja ver las digamos que blancas perlas que son tus incisivos, caninos y premolares. Pon morritos, como tantas otras mujeres de éxito los pusieron ayer. Saca pecho. Si eres lanzada y la conversación tiene lugar en un marco conveniente, tócate con descarado disimulo y lanza miradas fugaces a su entrepierna. Los hombres son seres cerebralmente simples y no suelen reaccionar ante señales demasiado elaboradas, así que trata de codificar el mensaje de manera tan sencilla como te sea posible. Déjalo todo lo más claro que puedas, pero operando dentro de la legalidad vigente y sin dar motivos para que te echen del local en que te encuentres o para que las señoras que te rodean empiecen a tirarte piedras y a increparte.
5) Bebe tú también. Eso te ayudará a ver las cosas de manera más abierta, te facilitará el olvidar según qué situaciones y te proporcionará una perfecta excusa cuando lleguen los remordimientos. La ebriedad, dijo Claudio Rodríguez, es un don, y no vamos a ser nosotras quienes contradigamos al poeta. Un poeta, por cierto y ya que ha salido el tema, es un maestro del amor, un hombre capaz de condensar todos los secretos del querer en unas pocas palabras, una especie de albañil boliviano subido a un andamio que –por fortuna– no tiene los escrúpulos morales de este, pero –por desgracia– tampoco disfruta de su poder adquisitivo. El poeta es un fulano especialmente sensible a los reclamos de la Naturaleza, y este es el rasgo esencial que lo define y que le orienta en su comportamiento: apúntalo también en la lista de objetivos preferentes, junto con los artistas plásticos, los parados de larga duración y el resto de gente desocupada y de espíritu idealista.
6) Sí, es cierto que un hombre conquistado con estos métodos se marchará por la mañana, e incluso furtivamente en mitad de la noche, pero piénsalo: ¿no es eso, en la mayor parte de los casos, preferible a que se quede? Además, si de verdad te interesa su compañía y quieres propiciar nuevas citas, siempre tienes la oportunidad de seducirlo intelectualmente una vez que ha mordido el anzuelo. Recítale a Rilke mientras te quitas las medias de rejilla. Pon un póster con el cartel original de A bout de souffle en la cabecera de la cama. Deja a la vista discos de jazz en tu dormitorio. Incluso puedes hacer sonar alguno. No te gustará. A él tampoco. Pero lo que estamos haciendo es intercambiar mensajes, lucir nuestras plumas intelectuales de pavo real.
7) Persevera. Te caerás muchas veces, pero volverás a levantarte, más sabia, más fuerte, más irresistible. Las heridas de tus rodillas harán costra protectora y las magulladuras de tu alma terminarán por encallecer y crear una coraza, que combinará bien con tu ropa más sexy y te protegerá de los golpes sentimentales. Los que recibas dolerán mucho, siempre lo hacen, pero inmediatamente pasarán a formar parte de tu propio repertorio de patadas de kárate amoroso. Esta es una carrera de fondo por etapas, como el Tour de Francia, en la que conviene llegar al final con fuerza en las piernas y la lección bien aprendida (¿qué tal unos pantalones ciclistas como parte de tu outfit de seducción?). Anota las ideas que hemos esbozado en este artículo, adáptalas a tu manera de ser, tu entorno y tus posibilidades, ármate de valor y confianza en ti misma y ten paciencia. Porque hemos de ser a un tiempo tranquilas y constantes, tomarnos las derrotas con deportividad y extraer de ellas las lecciones oportunas. Dejar que las semillas de la experiencia germinen en el interior de cada una y que crezcan de ellas los floridos rosales de la madurez, en el mejor sentido de esta controvertida palabra. Haremos mal en creer que esas cosas ocurren de un día para otro y en resoplar insatisfechas si no vemos de inmediato los resultados del trabajo. No en vano, el juego de la persuasión amorosa ha sido comparado por nuestro colaborador Luis Orlando Vargas con el mito de Sísifo, y en Estilo de vida no podemos menos que estar de acuerdo con él.
*Ilustración: Mujer con abanico y manto, de Ulpiano Checa